Carles Sala

D'oller a artista de la ceràmica

Del SA 01.07.23 al DO 09.06.24

Entrada libre

Inauguración: sábado 1 de julio a las 19:30 h

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Hacia el año 1883, Francesc Sala y su esposa Rita Muñoz, bisabuelos de Carles Sala, llegan a La Bisbal, procedentes de Breda, inducidos por las expectativas de una mejora de su situación económica. Las noticias de las que disponemos nos los sitúan primero en la carretera de Girona, donde establecerán el hogar y el obrador. A finales del siglo XIX adquieren un terreno en uno de los espacios periféricos del municipio, justo en lo alto de la nueva calle Industria de la Bisbal, donde edificarán el obrador con todas las instalaciones y equipamientos necesarios para la práctica alfarera.

Con la muerte de Francesc Sala en 1908, será Conrado Sala Muñoz, su hijo y sucesor, quien desde entonces asumirá el negocio. A partir de 1921 y hasta el año 1966, Conrado ya aparece en los anuarios como fabricante de ollería, asimismo en la calle de la Indústria (en algún año se aclara que está en el número 18, actualmente el 24). Lo sustituirá su hijo Enric Sala Galceran, quien continúa con la fabricación de obra para fuego característica del obrador. A principios de los años sesenta del siglo XX se incorpora al taller Carles Sala i Mitjà, hijo de Enric, quien mantendrá inicialmente la producción tradicional hasta que, a partir de su conocimiento profundo de la técnica y la práctica secular, iniciará un proceso de conocimiento evolutivo que le llevará a buscar nuevas texturas, formas y colores alejadas de la cerámica. Será a finales de los años setenta cuando decide dedicarse plenamente a la cerámica artística, desarrollando nuevos caminos llenos de creatividad.

Espectador y protagonista privilegiado de la transformación que vivirá la cerámica durante todo el último cuarto del siglo XX y hasta hoy mismo, la suya es una obra extensa y de gran significación, reunida en varios museos y colecciones privadas, y con colaboraciones y trabajos conjuntos con significados artistas, como por ejemplo con el pintor Modesto Cuixart, una relación profesional (y personal) que duró más de tres años. Hoy, Carles Sala, con ochenta y dos años, rozando los ochenta y tres, sigue investigando y creando nuevas formas, nuevos colores, y buscando el punto justo de cocción al horno, gran juez final, para alcanzar la belleza deseada.

El verdadero artista no tiene límite, siempre hierve en su interior el espíritu creador, inquieto por encontrar nuevas técnicas y texturas, y vive con la esperanza de que su última creación pueda ser la de más alto reconocimiento. Su dominio total de los colores, con los que consigue resultados sorprendentes, la exploración esteticista de la materia, la técnica utilizada, el control absoluto del fuego y, finalmente, un acabado impecable, han sido (y son todavía) sus principales señas de identidad.

* Fragmentos extraídos de la hoja de sala
   De Vicenç Rosich.

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